Probablemente, a la consulta veterinaria acudan muchas mujeres en busca de información sobre la posibilidad de convivir con un gato y estar esperando a un bebé. Es un tema que, a priori, asusta a muchas mujeres que quieren aumentar su familia y seguir cuidando y pasando el tiempo con su mascota.
La principal preocupación es si un gato puede contagiar a una mujer embarazada la toxoplasmosis y cómo. Pese a que, tomando las precauciones pertinentes, en principio no debería suponer un problema la convivencia entre una embarazada y un gato, es importante tener en cuenta cómo se debe actuar. De esta forma, podremos evitar que este parásito afecte al futuro bebé. Además, debemos transmitir esta información a todas las personas que cuenten con un felino como animal de compañía que acudan a nuestra clínica.
¿Qué es la toxoplasmosis?
Se trata de una enfermedad producida por un parásito llamado Toxoplasma gondii. Este parásito se puede contraer de distintas formas: por fruta o verdura que no ha sido lavada correctamente, por la carne cruda (y poco cocinada) y mediante las heces de los gatos infectados con esta enfermedad.
Los síntomas más frecuentes en las personas son similares a los de una gripe común, como el malestar general o la fiebre. Aunque, en un principio, no puede tener muchas consecuencias para las personas, cuando una mujer se queda embarazada y se contagia, puede suponer un problema para el bebé. Se estima que, en España, alrededor de 10 de cada 10.000 recién nacidos nacen afectados por este parásito. Por ello, desde AMVAC, creemos que es importante que todas las clínicas informen debidamente a sus clientes para que tomen las medidas necesarias.
¿Qué relación tiene esta enfermedad con los gatos?
Una de las vías principales por las que se contagia la toxoplasmosis es mediante las deposiciones de los gatos. A su vez, los felinos pueden ser portadores de esta enfermedad si han comido carne cruda que estaba contaminada con este parásito. El gato elimina las formas infectivas del parásito en las heces por lo que se deben aumentar las precauciones y evitar el contagio. De esta forma, podemos afirmar que sí pueden convivir una embarazada con un gato, eso sí: con las pautas pertinentes para que el bebé pueda disfrutar de una salud de 10.
Por otra parte, una vez la dueña del gato descubra que está embarazada es importante que, si tiene un gato, acuda a profesionales de la salud para que se realice la detección de anticuerpos frente a toxoplasma. Esta es una de las pruebas de rutina que se realizan a las embarazadas. En el caso de que la mujer haya pasado ya esta enfermedad, no debe preocuparse de volver a contagiarse puesto que su sistema inmunológico contendrá dicha infección y se evitará la transmisión al feto. Muchas veces, la mala información lleva a que los médicos recomienden a las dueñas de gatos a no convivir con ellos y a dejarlos durante la gestación a un conocido que se ocupe del felino. Sin embargo, tomando las medidas necesarias, es perfectamente compatible la relación de embarazadas y gatos.
Pautas que debemos tomar
Como ya hemos mencionado antes, se deben tomar una serie de precauciones y pautas para que una mujer embarazada no se contagie de toxoplasmosis. En primer lugar, es importante conocer que los síntomas son, prácticamente, invisibles por lo que se deben realizar análisis cada cierto tiempo para saber que la mujer no es portadora de esta enfermedad.
Además, debemos cuidar la alimentación y evitar comer carne cruda, así como frutas y verduras que no se han lavado correctamente. En lo que respecta a la relación con el gato, la mujer embarazada debe tener en cuenta estas pautas:
- Evitar que el gato salga mucho a la calle puesto que es dónde más probabilidades tiene de contagiarse al tener la posibilidad de comer animales con este parásito o estar en contacto con tierra infectada.
- Es importante que, en la medida de lo posible, durante el embarazo se evite cambiar la arena y limpiar la caja del gato.
- Si no podemos evitarlo, se debe limpiar la caja de arena a diario para prevenir el cúmulo de infecciones puesto que este parásito no es infeccioso hasta después de 24 horas.
- Cada vez que se limpie a un gato o se vaya a estar en contacto con sus heces, se debe utilizar guantes. Tras ello, es importante lavarse y desinfectar las manos y llevar una higiene muy estricta.
- Cambiar la alimentación del gato a pienso seco o en lata y eliminando la carne cruda va a reducir el riesgo de que el felino se contagie.
Estas son las pautas principales que todo veterinario debe conocer para que los clientes disfruten de su felino y eviten los problemas de contagio de esta enfermedad. Si los dueños de gatos quieren ampliar su familia es muy importante que desde las clínicas veterinarias se informe debidamente de las pautas a seguir y de cómo convivir entre ambas partes. De esta forma, se evitará el abandono de gatos y la mala información por parte de los dueños de estos pequeños felinos que tanto cariño y amor aportan al hogar.