La displasia de cadera es una de las enfermedades ortopédicas hereditarias de mayor importancia en los caninos, es de distribución mundial y se presenta en diversas razas. Esta enfermedad, al afectar la articulación coxofemoral, provocará a lo largo del crecimiento una serie de alteraciones en el animal. Con un cuadro sintomatológico variado, desde simples molestias al caminar o correr, hasta cuadros que cursan con intenso dolor articular y alteraciones en el desplazamiento. Todo este cuadro clínico generará mala calidad de vida de la mascota, y afectará a las personas con las que convive. Debido al gran impacto que representa en la vida del perro la aparición de esta enfermedad, es importante contar con las herramientas clínicas para un adecuado diagnóstico, tratamiento y control de esta enfermedad.
La displasia de cadera es una enfermedad multifactorial, por lo que se podría dar el caso de que animales que radiográficamente estén libres de enfermedad, si se usan como reproductores y, además, se dan el resto de factores para que la enfermedad se presente, su descendencia podría padecer esta patología incapacitante.
Este hecho, animó, hace ahora dos décadas, a que el Centro de Diagnóstico de Enfermedades Congénitas se crease y emitiera sus primeros certificados oficiales de displasia de cadera, para aquellos ejemplares de razas de perros que iban a ser destinados a la cría y cuyo dictamen previo era necesario tener.
La labor de selección de ejemplares reproductores libres de esta enfermedad es fundamental para evitar su transmisión a las camadas. De este modo, los cachorros cuyos progenitores no sean portadores, no estarán genéticamente determinados a padecer una enfermedad articular limitante, que causa mala calidad de vida en cuanto al dolor y limitaciones deambulatorias que sufren.
Cumplimos veinte años.
El Centro de Diagnóstico de Enfermedades Congénitas surgió en 2003 y se forma inicialmente por 5 veterinarios de pequeños animales interesados en la ortopedia y traumatología veterinaria. Ese año se reciben las primeras radiografías para emitir un dictamen oficial de presencia radiológica de signos de displasia. Ese año fueron todos ejemplares de la raza Bóxer.
En una primera etapa, solo emitía dictámenes sobre la displasia de cadera. Sin embargo, en la actualidad, se han ido incluyendo otras valoraciones en la que se emiten también de displasia de codo, espondiloartrosis vertebral, y el hombro en el que se valora la presencia de osteocondritis disencante. Todo ello con el objetivo de coordinar la elaboración de protocolos que permitan una evaluación radiológica de la patología ortopédica de la que se trate, y teniendo como objetivo fundamental no sólo la realización de dictámenes sino la formación para el resto de profesionales. De este modo no es sólo una entidad certificadora, sino que se convierte en foro de aprendizaje y puesta en común.
Desde AMVAC queremos sumarnos a la felicitación por estos veinte años de buen hacer y profesionalidad demostrados por los miembros del comité de lectura que han contribuido, gracias a sus informes, a que las nuevas camadas manifiesten en menor porcentaje esta enfermedad. Agradecer también, a los veterinarios que han remitido sus radiografías para valoración, y a los propietarios que han querido valorar a sus ejemplares.
¿Qué razas son más propensas a padecer displasia de cadera?
Entre los factores que propician la manifestación clínica, la condición genética de los padres es determinante: si los padres sufren displasia, el cachorro tendrá mayor predisposición a padecerla. Si, por el contrario, los padres no presentan esta condición genética, esto no quiere decir que el cachorro no pueda sufrirla, pero sí tendrá menor probabilidad de que aparezca. Debido a lo importante que es la predisposición genética, existen razas de perros más sensibles a desarrollar esta enfermedad como son: Dogo argentino, San Bernardo, Pastor alemán, Rottweiler, Dogo de Burdeos, Mastín napolitano, Basset hound, Golden retriever, Labrador y Presa canario. En razas pequeñas son: Bulldog francés, Bulldog inglés y Carlinos.
Según la Fédération Cynologique Internationale (FCI) podemos clasificar la displasia en diferentes grados: A: ausencia de signos de displasia. Grado B: transición. Grado C: leves signos de displasia. Grado D: moderados signos de displasia. Grado E: graves signos de displasia.
La alimentación es uno de los factores que influye en la aparición de displasia de cadera y, sobre todo, no sobrealimentar nos permite minimizar su incidencia. Una alimentación controlada a partir de los 3 meses en razas predispuestas o en perros de talla grande y hasta los 8 meses, protege de la displasia, sobre todo, a perros con un rápido crecimiento. El exceso de peso a los 60 días es otro de los factores que predispone a la enfermedad.
Por ello, es recomendable acudir al veterinario para que te aconseje sobre si hay que realizar un estudio radiográfico, tanto de caderas como de codos, a partir de la edad indicada según la raza, para así poder emitir un dictamen de signos radiológicos de la posible enfermedad articular que pueda padecer tu animal. Y seguir, además, todos los consejos en cuanto al control del resto de fatores que favorecen la aparición de los signos de enfermedad.
Para el futuro en el CEDC nos gustaría seguir desarrollando esta actividad y ampliar el diagnóstico a otras patologías e incluso utilizar medios de diagnóstico por imagen más avanzados.