El collar isabelino es ese accesorio clínico que tan poco le gusta a nuestros peludos, que tan incómodo les parece, que tanto desean quitarse de encima. Y, es que, cuando vemos a un perro o a un gato e incluso aves con un collar de plástico alrededor de su cabeza intuimos que algo los ha llevado a pasar por una clínica. En este post queremos explicarte qué es y cuál es la función principal de este accesorio que tan poco gusta a nuestras mascotas. ¡Vamos a ello!
¿Por qué isabelino?
Si echamos la vista hacia atrás en el tiempo, concretamente, a la época renacentista allá por el siglo XVI, fue donde apreciamos unos cuellos que se asemejan al collar cónico que en ocasiones tenemos que colocar a nuestros peludos. El que era denominado cuello alechugado o lechuguilla o, con el paso del tiempo, cuello de gorguera. Lo usaban tanto hombres como mujeres de las clases más altas, especialmente reyes y reinas. Como el caso del rey Felipe II de España. Este estilo de collar estaba inspirado en la vestimenta de Isabel I de Inglaterra, de ahí su nombre: collar isabelino.
¿Para qué se utiliza?
Los gatos se lamen constantemente para mantener su piel y pelaje aseados. Los perros suelen hacerlo cuando hay algo que les molesta. Pero hay un factor que nos alerta si nuestra mascota presenta una herida superficial que es cuando se lamen una zona específica durante mucho tiempo. Entonces intuimos que algo le molesta donde lo hace.
Cuando los animales de compañía se lesionan superficialmente, o en caso de cirugías, para evitar que las heridas se puedan infectar o para evitar que se autolesionen, se les coloca el collar isabelino. De esta forma, el collar les limita el acceso a la zona concreta. Una de las razones por las que tanto les incomoda, más allá de limitarles la visión, o que sus movimientos se vean entorpecidos o les resulte una carga, es que no se pueden lamer. De ahí que decaiga el ánimo de nuestras mascotas. Nada que no se pueda solucionar con una chuche y una dosis extra de cariño, por ejemplo.
¿Qué es?
El collar isabelino es un semicono comúnmente de plástico que se coloca alrededor de la cabeza de los perros o gatos. Su longitud va más allá del hocico para que no puedan lamerse. Aunque sobrepase el hocico, podrán comer y beber sin problemas.
El material más común de los collares isabelinos es el de plástico. No obstante, han ido evolucionando y ahora se pueden encontrar de otros materiales más cómodos para nuestros peludos, por ejemplo, existen ¡hinchables! Así como de tela. Materiales que les pueden resultar más cómodos, aunque luego seguro que no van a parar de intentar quitárselo.
Campo de visión reducido
Con este collar nuestros peludos pueden hacer vida normal, pasear, jugar… Eso sí, seguro que se dan algún golpe con alguna puerta ya que este material que les colocamos se convierte en un anexo de su cuerpo que no se esperan y al no tener la medida y la distancia controladas se les reduce el campo de visión. Sin embargo, durante los primeros días desde su colocación debemos estar pendientes de ellos ya que anímicamente pueden decaer. ¡No les gusta nada llevarlo puesto! Incluso pueden comer menos.
Por ello, pasar más tiempo con ellos para levantarles el ánimo con una dosis extra de caricias puede ayudarles a que se adapten más fácil a él. También, existe la opción de retirarlo durante un corto periodo de tiempo, eso sí siempre que nosotros estemos presentes y atentos para que no se lama la zona afectada y siempre que estemos seguros de poder recolocarlo después.
Los precios y los tamaños de este artículo varían. Todo depende del material, dimensiones, y diseño ya que todos no son igual de prácticos para colocar, adaptar talla, etc. Si tu mascota tiene una herida puntual puedes acudir a tu clínica más cercana y comprarle uno, teniendo en cuenta cuánto el perímetro del cuello, pero sobre todo la longitud del hocico. Si el percance ha necesitado algún tipo de tratamiento veterinario, será tu veterinario quien marque las pautas en cuanto a uso y cuánto tiempo debe llevarlo.
Pese a las recomendaciones de uso, tamaños y materiales, desde AMVAC te sugerimos que antes de tomar cualquier acción por tu cuenta consultes con tu veterinario ya que también puedes consultarle si hubiera alguna alternativa al collar isabelino para conseguir el mismo efecto.